“Después de la rendición, los principales caciques mapuches fueron trasladados a Buenos Aires o alrededores o a ciudades del interior, como medida de seguridad para prevenir eventuales levantamientos.
Algunos caciques fueron a dar a la isla-lazareto-prisión de Martín García, como Purrán y Pincén. Allí quedan recuerdos.
En el mes de julio de 1884 las tribus de Inacayal y Foyel, compuestas de ciento ochenta y tantos individuos, se presentaban en el Fortín Villegas, en el territorio del Chubut, de acuerdo con las órdenes del comandante del 7° de caballería, a testimoniar su fidelidad y sus sentimientos pacíficos hacia el gobierno nacional.
“Cuando llegó la orden de la Capital desembarcar a esos indios en el barco vapor “Villarino” en calidad de prisioneros, se los despojó de todos los caballos y objetos de valor que poseían.
La travesía fue de las más penosas para estos desdichados, habiéndoseles brindado muy pocos cuidados. Pero el dolor más profundo lo experimentaron al llegar a la Boca, cuando se los separó de sus hijos, de ambos sexos, para repartirlos entre las familias argentinas que los solicitaban.
Privados de sus niños y de sus amigos, apenas Inacayal, Foyel, Raimal y algunos otros escaparon al reparto. Se los condujo al Tigre, donde permanecieron un año y medio (…)”.
Después de algunos trámites, Moreno consiguió sacarlos del Tigre y llevarlos a La Plata, al Museo: “se alojaron allí. los caciques Inacayal y Foyel con sus respectivas familias, unas 15 personas en total: se encontraban… prisioneros pero reclamando la restitución de “sus tierras” allá en el sur, en la “región de las manzanas”. (“El Diario” de Buenos Aires).
Habitaron en el Museo varios años, protegidos y respetados. “Incacayal, poderoso cacique… hecho cautivo en la guerra del desierto, vivía libre en el Museo de La Plata; ya casi no se movía de su silla de anciano”.
Inacayal, en sus accesos de cólera sorda trataba de “gringos” a los mismos argentinos. Decía: “Yo Jefe, hijo de esta tierra, blancos ladrones… matar a mis hermanos, robar mis caballos y la tierra que me ha visto nacer… Ahora prisionero… yo desdichado!.”.
“Y un día, cuando el sol poniente teñía de púrpura el magestuoso propileo de aquel edificio engarzado entre los sombríos eucaliptus… sostenido por dos indios, apareció Inacayall allá arriba, en la escalera monumental: se arrancó la ropa, la del invasor de su patria, desnudó su torso dorado como metal corintio, hizo un ademán al sol, otro larguísimo hacia el sur; habló palabras desconocidas y, en el crepúsculo, la sombra agobiada de ese viejo señor de la tierra se desvaneció como la rápida evocación de un mundo. Esa misma noche Inacayal moría, quizás contento de que el vencedor le hubiera permitido saludar al sol… (…)”.
Inacayal murió el 24 de septiembre de 1888 en un cuarto del Museo platense”.
(Fuente: Las Matanzas del Neuquén. Curruhuinca – Roux)
Fotografía: Inacayal prisionero, ca. 1885.
Del muro de: Wallmapu Ñi Tukulpan